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Cultura entre barras bravas


La cultura de las barras bravas en nuestro país se ha empezado a inculcar en niños desde los diez años, a los que se les enseña a defender a su equipo con métodos no muy recomendados tales como la agresión psicológica y física. Además, generalmente las personas que pertenecen a este tipo de barras bravas habitan en estratos bajos donde abunda el vicio y el alcohol, y se les permite acceder a este tipo de alucinógenos desde temprana edad. Esto hace que al momento de salir a "animar y defender" a sus respectivos equipos no tengan total dominio sobre sus facultades y terminen actuando de forma salvaje y violenta.

¿Quienes son los barristas ?
Las barras bravas se han dado a conocer en la opinión pública gracias a sus repetidos actos violentos en diferentes ciudades. Pero ¿Quiénes son los miles de jóvenes que se movilizan por las calles de las ciudades principales blandiendo sus banderas, tocando tambores con canticos ensordecedores cada domingo? Los jóvenes que integran las barras bravas pasan desapercibidos en el diario vivir, ellos estudian en las universidades y colegios de la ciudad, son trabajadores, profesionales, desempleados algunos vienen de las zonas más populares, en fin, son jóvenes del común que gustan del futbol pero que al estar juntos muestran conductas agresivas que quizás no exhiban en su diario vivir.

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Un Ejemplo de Cambio

Los líderes aceptan que los enfrentamientos con “los del frente” han distorsionado la razón de ser de las barras y los hace ver ante la sociedad como barras bravas. Para atacar esos precedentes y dejar en claro que sólo son un grupo de amigos que se identifican por el amor que le tienen a su equipo, poseen un serio programa educativo y formativo.

TRABAJAR CON LOS BARRISTAS PARA LLEGAR A UNA SOLUCION

El problema de las barras bravas es más que una rabieta de muchachos. Por eso, hay que establecer una mesa permanente de trabajo interdisciplinario, que profundice el estudio del problema. En ella deben participar la Alcaldía, el Inder, la Di mayor, la Federación de Fútbol, los clubes, periodistas, jugadores, técnicos, hinchas, científicos sociales y la Policía. Los medios de comunicación, por su lado, deben hacer un alto, cultivar la autocrítica y analizar su responsabilidad social. Son canales de educación y orientación, y no vehículos para incitar pasiones. Su papel debe promover la reflexión. Se sugiere que comentaristas y narradores estudien más. En últimas, todavía hay tiempo para tratar el problema con eficacia y profundidad. Así, algún día, el fútbol volverá a ser una fiesta y no una guerra fratricida.

¿Barristas o delincuentes?

Atrás quedaron esos años en los que podías alentar sanamente y sin temores a tu equipo preferido, épocas en los que se podía salir de los estadios, sin tener que hacer previamente un plan estratégico para ver por qué calle aledaña escapar y no toparse con las hordas de barristas, pues ahora existen un sin número de supuesto hinchas que, amparados en una muy cuestionable valentía grupal, utilizan el fútbol como excusa para comportarse como verdaderos delincuentes. Después de un encuentro de fútbol, las pistas y calles a las afueras del estadio, se vuelven tierra de nadie. A las fuerzas policiales solo les queda escoltar o tratar de amedrentar a esta turba de barristas violentos que, por su cantidad, muchas veces es imposible controlarlos. Estos, a su paso, cometen actos de vandalismo sin mayor reparo. Incluso llegan al asesinato.