El problema de las barras bravas es más que una rabieta de muchachos. Por eso, hay que establecer una mesa permanente de trabajo interdisciplinario, que profundice el estudio del problema. En ella deben participar la Alcaldía, el Inder, la Di mayor, la Federación de Fútbol, los clubes, periodistas, jugadores, técnicos, hinchas, científicos sociales y la Policía. Los medios de comunicación, por su lado, deben hacer un alto, cultivar la autocrítica y analizar su responsabilidad social. Son canales de educación y orientación, y no vehículos para incitar pasiones. Su papel debe promover la reflexión. Se sugiere que comentaristas y narradores estudien más. En últimas, todavía hay tiempo para tratar el problema con eficacia y profundidad. Así, algún día, el fútbol volverá a ser una fiesta y no una guerra fratricida.
En Colombia el fenómeno empezó en los albores la década de 1990 a partir de la rivalidad entre hinchas de clubes de Bogotá, Medellín, Cali, y Barranquilla extendiéndose luego a otros lugares del país. El fenómeno inicia en la Capital de la República. La primera barra organizada de este tipo fue 'saltarines', de Independiente Santa Fe, creada en 1991. Luego se formaron la Blue Rain (1992), que pasó a ser Comandos Azules, y el Frente Radical (1992), barras de Millonarios y el Deportivo Cali, respectivamente. Los primeros altercados se remontan a esa época, donde los hinchas de Millonarios se enfrentaron varias veces con 'saltarines' dentro y fuera del estadio. La primera batalla campal fue entre los hinchas de Atlético Nacional y los hinchas azules en el Nemesio Camacho. Las principales armas fueron los tubos de PVC de las banderas, que fueron empleados por los hinchas radicales de Millonarios dejando varios hinchas de Atlético Nacional lesionados. De ahí surgió la restr...
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